Argumentos sin datos, simples sentimientos.

Esta noche quería escribir desde el corazón. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publique un post en este blog y muchas, quizá demasiadas cosas han pasado desde entonces. Y antes de que más cosas sucedan, voy a aprovechar esta noche de lluvia.

Decía que hoy escribiría con el corazón porque no quiero hablar de datos, ni razones, ni siquiera argumentos elaborados.

Esta semana Escocia decía «no» a la independencia, a separarse del Reino Unido, y, la verdad, yo al menos, respiré más tranquila.

Seguro que habrá quien me critique por decirlo, y no sólo critique, si no que ataque incluso con insultos el comentario.

He de decir que me sorprendió lo pacífico de la campaña, pero sobre todo la calma del post referéndum, cuando ya era conocido el resultado.

Quizá no debería sorprenderme tanto, pero al leer ese mismo día en periódicos españoles los comentario a ciertos análisis de periodistas y expertos sobre el referéndum escocés, me sorprende, indigna y preocupa el punto de violencia verbal, el odio y el nulo respeto que desprendían.

Y con el corazón quería escribir lo que me duele ver cómo hemos llegado hasta aquí y lo que se ha construido.

No entiendo, no puedo entender cómo «unos cuantos», movidos por sus propios intereses personales, han promovido un ambiente de tal odio y rabia, han creado una crispación social innecesaria y han alimentado un sentimiento de enemistad hacia un enemigo externo inexistente.

Siempre he dicho por experiencia que no hay nada que consiga más unidad que construir un enemigo a batir. Y esos «uno cuantos» lo han alimentado con dinero público, comprando medios de comunicación que han llenado de mensajes basados en mentiras históricas y contemporáneas, de rabia y de falsas promesas. Día tras día, cada mañana, se ha vertido a la sociedad catalana arengas de lucha contra quien ni les roba, ni les maltrata, ni les da la espalda, ni, lo más importante, es algo contrapuesto.

Por eso me asombra y me indigna cada día que esos «unos cuantos» sigan jugando por su propio interés a crear este odio especialmente con falsedades.

Cataluña es parte de España como lo es la Comunidad Valenciana, de donde procedo, o lo es Madrid, donde resido. Y ese falso enemigo les pertenece a todos los catalanes, tanto como a cualquier ciudadano español.

España es un país extremadamente descentralizado, más incluso que muchos países federales. Cataluña especialmente goza de competencias de las que no disponen otras comunidades autónomas.

España es una nación con una diversidad admirable, tradiciones, culturas, lenguas que se unen dotando al país de una riqueza inigualable y envidiable.

Sin duda hay que emprender cambios. No seré yo, como digo, valenciana, quien diga que no hay que modificar aspectos del sistema de financiación territorial, por poner sólo un ejemplo.

Hagámoslo juntos entonces, pongamos todos los medios para seguir luchando por los ciudadanos de un país diverso, por la mejora de su educación, de su seguridad, de su salud, de su economía, de su calidad de vida y, como no puede ser de otro modo, de su riqueza cultural.

De corazón escribo que ojalá quienes han alimentado el odio se les desmonte el escenario de una obra que demasiado daño, inquietud, tiempo y dinero está suponiendo costear.

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